El 16 de enero fue un día muy especial. Uno de mis ex alumnos del colegio, a quien llevo evangelizando por más de 5 años, aceptó a Jesucristo en su corazón. Esa mañana recibí un mensaje de él diciéndome que se quería bautizar y le pregunte si podría pasar por su casa para conversar de este tema. Al llegar ahí quería asegurarme que entendiera el evangelio. Lo más sorprendente es que cada vez que empezaba a hablar de algún tema, él completaba la idea, también, cada vez que leía un versículo, él lo completaba. Pude entender que todo ese tiempo que pase con él los domingos en la reunión de jóvenes había servido para que él adquiera el conocimiento y cuando llegue el momento ponerlo en práctica en su vida. Él estaba listo para aceptar a Jesucristo y empezamos a orar. Ese día recibí una de las más grandes confirmaciones de mi llamado.
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